21-08-2013, 01:30| Policiales |
El pequeño miraba televisión ayer y recibió un disparo desde el exterior. El autor estaría identificado y los investigadores creen que se trató de un ajuste de cuentas por un hecho ocurrido el día anterior.
Neuquén > Rodrigo, de apenas 11 años, miraba ayer a la madrugada dibujitos en su casa del barrio Villa Ceferino cuando recibió un balazo en la nuca. Horas después, en la clínica San Agustín, se le diagnosticó muerte cerebral. El autor del disparo estaría identificado y los investigadores policiales y judiciales vinculan el trágico episodio a otro abuso de arma que ocurrió el día anterior.
Rodrigo fue gravemente herido alrededor de la 1.40 de la madrugada de ayer, en su casa de las calles Cipolletti y Ruca Choroi. El ataque a balazos fue protagonizado por dos jóvenes que se movilizaban en una moto y luego huyeron. Pero sólo uno habría disparado contra la vivienda.
El hecho anterior que los investigadores vinculan tuvo como víctima a un hombre que vive a la vuelta de la casa de Rodrigo y que, además de vecino, es compañero de trabajo del papá del niño. Los dos trabajan en una empresa de servicios petroleros.
El hombre, identificado con el apellido de Montecino, recibió un disparo el lunes por la mañana, y aunque sigue internado su vida ya no corre peligro.
La hipótesis más fuerte que maneja el fiscal Ignacio Di Maggio, que interviene en el caso, señala un posible ajuste de cuentas entre dos grupos.
El coordinador operativo de la Dirección Delitos de la Policía, Daniel Abarzúa, también consideró que el trágico hecho que terminó con la vida del menor puede ser consecuencia del abuso de arma que se registró el lunes en el mismo sector.
Los investigadores policiales y judiciales tratan de establecer si el autor del ataque del chico está en el entorno de la familia Montecino, y si éste acometió contra la vivienda del núcleo de la familia del menor para vengar la agresión inicial que sufrió uno de sus miembros.
La sospecha también recae sobre otra familia, los Jaramillo. Uno de sus integrantes, de nombre Walter, pasó por una situación similar el año pasado, al recibir un disparo en la cabeza que lo dejó ciego, mientras estaba con amigos en el patio de una casa ubicada en la esquina de Cipolletti y Abraham.
Llegó a oídos de Yenny Vejar, la madre de Rodrigo, que un miembro directo de la familia Jaramillo había sido quien proveyó el arma de fuego para efectuar los disparos.
Allanamientos
Ayer, grupos especiales y policías de la Brigada de la Comisaría Tercera allanaban varias casas en la zona, en busca de los sospechosos.
Uno de los procedimientos se realizó en una casa de dos plantas ubicada sobre Abraham y Mascardi. Allí vive una familia de origen boliviano que vecinos reconocen con el apellido de Montañes. Justo llegaba la dueña de casa, quien a los gritos preguntó “¿a quién se llevaron?”.
Los policías de la Uespo intentaron tumbar un portón de chapa y luego decidieron entrar por otra puerta, de donde se llevaron esposado a uno de sus habitantes. Esto, ante la vista de decenas de vecinos que en ese momento esperaban tomar el colectivo en una garita del frente.
“Tenemos cinco testigos que identificaron al autor de los disparos con nombre y apellido y a la persona que conducía la moto”, sostuvo el fiscal.
Ayer por la tarde, desde la Policía confirmaron que la moto de los sospechosos había sido secuestrada.
Yenny Vejar recordó ayer los últimos momentos de Rodrigo antes de los disparos. “Miraba tele en la cama de mi dormitorio, que está arriba. Nosotros cenábamos, abajo. En eso escucho los disparos, vamos a ver a Rodrigo, porque no lo sentíamos, y fue ahí que lo encontramos tirado”, narró la mujer.
Su papá no esperó la ambulancia. Lo cargó en sus brazos y se lo llevó en un vehículo particular hasta la clínica San Agustín.
Allí se trasladó su familia, acompañada de compañeros de trabajo y allegados. Hasta anoche, el corazón de Rodrigo resistía pero los médicos diagnosticaron que tenía muerte cerebral.
Los investigadores judiciales y policiales procuraban avanzar con una inspección ocular en la casa del niño para establecer la luminosidad del sector en horas de la noche.
También se evaluaba la trayectoria de los disparos. Las vainas secuestradas, unas ocho, serían de calibre 9 mm.
En la causa también trabaja el Juzgado de Instrucción 4, que dio la orden de los allanamientos y otras medidas procesales. Seguridad Personal colabora con el trabajo de efectivos de la Comisaría Tercera, a cargo de la investigación.