La Escuela Nº 109 de Centenario tiene más de 75 años y es la más vieja de la ciudad. Durante años, fue el colegio donde asistieron los hijos de inmigrantes, chacareros y peones rurales cercanos al establecimiento. Hoy, en cambio, es un espacio de recepción de alumnos que no encuentran banco en otros colegios.
Según los directivos, el 70 por ciento de los chicos vive a más de cuarenta cuadras de la escuela y padece una fuerte problemática de exclusión social con un “corrimiento del rol que deben cumplir los padres”.
“Mandan a los chicos con fiebre y enfermos. Cuando los llamás, te dan diez celulares y en ninguno contestan. A esta escuela siempre vinieron peones de chacras e hijos de trabajadores pero esta es una problemática distinta”, dijo uno de los docentes.
El diagnóstico no es distinto que en otros colegios receptores de franjas en conflicto: padres que se quedan dormidos y que mandan a sus hijos fuera de horario o, simplemente, padres a los que “no se les conoce la cara”.
“Algunos padres sólo se acercan para firmar la libreta de la Asignación Universal por Hijo, están despreocupados de la vida del colegio como asistir a actos o reuniones, o estar presentes en el proceso de aprendizaje de sus hijos”, concluyó.