"Quiero que Reinhold me diga dónde está mi hermano: el reconoció y dijo que había matado porque lo mandaron a matar; él se tiene que hacer cargo, y (Luis) Farías Barrera y (Jorge) Di Pasquale, saben dónde están los cuerpos", dijo Marcos Seminario Ramos el viernes, mientras esperaba conocer si la acusación contra los jefes militares incluirá el homicidio.
Marcos es hermano de Javier Seminario Ramos, del que nada se supo luego de que el jefe de Personal del Comando, Luis Farías Barrera, lo retiró de Rawson en noviembre de 1976 junto con José Delineo Méndez, Miguel Pichulmán y Orlando Cancio.
Para Rogelio Méndez "es mi convicción que los desaparecidos fueron asesinados y se los dije a los jueces cuando declaré; hay personas y familiares que no están de acuerdo, pero es la única manera de llegar al fondo de la cuestión", sostuvo.
Recordó que su hermano, un soldado que fue sacado de la conscripción en la cordillera y llevado a la sala de torturas en Neuquén. "Fue uno de los que inauguró la Escuelita: la primera conversación que tuve con él en el Batallón 181, él nos contó que cuando lo picaneaban y lo torturaban lo habían tildado de irrecuperable para la sociedad...entonces cuando lo sacaron de Rawson -cinco meses después- ya el destino se sabía, por los dichos de ellos", conjeturó.
Familiares de las víctimas de la última dictadura llenaron la sala de audiencias de la Cámara de Roca para escuchar los argumentos técnicos y legales en busca de un juicio por homicidio. El fallo de la Cámara se conocerá en estos días.
Teresa Aigo era una niña cuando los secuestradores sacaron a su hermano "el Chino" de su lado en la mesa familiar, lo golpearon fuera de su casa y luego nunca más volvió a escuchar su voz.
"Sé que esta postura no nos conviene, pero tenemos que llegar al fondo para que ellos digan dónde están nuestros familiares: si los mataron que se hagan cargo y que nos digan dónde están; porque hagan lo que hagan, les den la condena que les den, nunca van a sanar lo que nos hicieron; es para darle un mensaje a la juventud y que esto no vuelva a pasar", dijo Teresa.
"Han pasado 38 años. Mi hermano tendría 58 ahora. Ojalá que logremos que estos digan algo", insistió Rogelio en tanto Teresa, que en el juicio escuchó las palabras de Farías Barrera cuando aseguró que había tratado bien a las víctimas cuando las trasladó, explicó que "sentí una profuda impotencia porque ellos saben dónde están los familiares, saben lo que hicieron, siguen sin decirlo y se están yendo de a uno sin decir lo que tienen que decir por eso apelamos a la Justicia, no sé si se van a quebrar, pero que recostruyan esta historia que nos marcó a varios en el país".
La hermana, los hijos y sobrinos de José Pichulmán participaron el viernes de la audiencia de apelación de los procesamientos por homicidio. Juana Aranda de Pincheira siguió las argumentaciones y pidió a los jueces celeridad.
Juan Manuel Pincheira asistió a la audiencia con la familia que formó y una pequeña niña que corría inquieta por los pasillos de los tribunales y que conoció de su abuelo la imagen que se hizo Juan Manuel con los relatos que fue reconstruyendo durante la adolescencia. "Esto es importante para ir cerrando etapas y heridas abiertas, es importante que se juzgue por homicidio porque son partícipes necesarios de un hecho que es importante que se juzgue. Marca un hito de nuestra vida", finalizó Pincheira.
Fuente: Agencia Centenario