El ex capellán del Ejército fue hallado por Interpol en Ciudad del Este, Paraguay, y quedó detenido. Era buscado desde hace dos años, cuando la Justicia consideró probada su participación en delitos de lesa humanidad durante la dictadura.
Entre 1971 y 1979, Aldo Vara limpió las conciencias de los integrantes del V Cuerpo del Ejército Argentino. Según aseguraron varios testigos, el entonces capellán de esa fuerza también visitó a jóvenes secuestrados clandestinamente durante la última dictadura cívico-militar. Hace casi dos años, la Justicia consideró probada su participación en los crímenes de lesa humanidad cometidos durante aquellos años y poco tiempo después ordenó su captura internacional. Estuvo prófugo hasta ayer, cuando Interpol lo localizó y detuvo en Ciudad del Este, Paraguay. Según informó la Unidad Fiscal de Causas por Violaciones a los Derechos Humanos, el octogenario represor fue trasladado a Asunción, desde donde “se realizarán todos los trámites judiciales con la finalidad de que sea trasladado hacia la Argentina”, puntualizaron.
Lo último que se supo de Vara fronteras adentro de la Argentina fue que vivió en San Rafael, Mendoza. El dato tiene varios años de antigüedad. Cuando el Tribunal Oral Federal que dirigió el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en el Batallón de Comunicaciones 181 de Bahía Blanca, en 2012, quiso citarlo a declarar, la Iglesia dijo desconocer su paradero. Los jueces Jorge Ferro, José Triputti y Martín Brava, entonces, no dejaron allí la cuestión: en la sentencia en la que condenaron, a fines de aquel año, a diecisiete represores por los crímenes involucrados en esa causa determinaron su culpabilidad y encomendaron al Ministerio Público Fiscal que lo investigara.
Vara es el único del grupo de religiosos que colaboró activamente con la represión en Bahía Blanca que resistió el paso del tiempo. Son varios los sobrevivientes de centros clandestinos de detención y sesiones de tortura de la última dictadura cívico-militar que recordaron ante la Justicia las visitas que el capellán hacía a los lugares de secuestros, su conocimiento respecto de los métodos de exterminio y las palabras que solía dedicar a las víctimas.
El caso más conocido en el que testigos aseguraron a la Justicia haber dialogado con él en cautiverio es el de un grupo de estudiantes de la secundaria técnica Nº 1, secuestrados en 1976, encerrados y torturados durante un mes en La Escuelita y luego un tiempo más en el Batallón. Los chicos contaron, por primera, aunque no única vez, durante el Juicio a las Juntas, que el sacerdote les llevaba comida y cigarrillos, además de “la palabra de Dios”, pero que no hizo nada cuando ellos pidieron por sus padres.
También fue vinculado con el terrorismo de Estado por familiares de víctimas de aquellos crímenes. Incluso él admitió, en el marco del juicio por la verdad que se llevó a cabo en 1999, que supo de las torturas en el centro clandestino La Escuelita y que vio las secuelas de la picana sobre el cuerpo de jóvenes secuestrados en el Batallón de Comunicaciones 181.
Tras realizar la investigación, los fiscales a cargo de la Unidad de Asistencia en Causas por Violaciones a los Derechos Humanos, Martín Palazzini y José Nebbia, solicitaron que se lo detuviera por privación ilegal de la libertad agravada por amenazas y violencia, homicidio agravado por alevosía en concurso de tres personas por lo menos y homicidio y desaparición forzada e imposición de tormentos.
“Vara garantizó la continuidad de la privación ilegal de la libertad y torturó psíquicamente a los cautivos dentro del centro clandestino y a sus familiares, afuera”, escribieron en su pedido de imputación, búsqueda y detención a Vara, tal como informó este diario hace un año. La cuestión derivó, algunos obstáculos mediante –el juez de primera instancia, Santiago Martínez, denegó la solicitud–, en su pedido de captura internacional, en agosto de 2013.
En noviembre pasado, agrupaciones defensoras de los derechos humanos solicitaron de manera formal a las autoridades locales de la Iglesia y al papa Francisco, a través de ellas, que intervinieran y participaran en la búsqueda de Vara. En diciembre siguiente, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos ofreció una recompensa de 100 mil pesos para quien aportara información sobre su paradero. Finalmente, fue encontrado ayer en Ciudad del Este.